«Debemos ir hacia allí, no hacia allá…». Las voces se
alzan airadas, se superponen como una sola conciencia. Hay un clamor en la masa
que repite, como una burbuja insidiosa, una palabra difusa que debería
explicarlo todo y no soluciona nada: redes.
¿Formamos parte de una urdimbre? ¿Hasta qué punto sepulta
nuestra individualidad? Los más despiertos profetizan, no obstante, la libertad
con que la red nos liberará de la comodidad del pensamiento único.
Tanto darle vueltas a la cabeza sin sacar nada en claro y
no ha sido hasta que me he topado con la red que no he descubierto la verdad: el
agua chorrea y somos izados como un solo banco agónico a la cubierta del
pesquero.
Un micro interesante, con sorpresa final, como debe ser para los buenos microrrelatos. Saludos Pedro.
ResponderEliminarMi querida, Rosa, me hace feliz haberte sorprendido y que te haya interesado. Los peces también pueden meditar sobre las verdades del mundo. Un beso grande.
EliminarUn micro muy bien llevado y resuelto. Afortunadamente, lo que nos distingue de los peces es que cada cual tiene su punto de vista. Me encanta la gente que es capaz de mantenerlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo difícil es no caer en las redes, querido Jose Antonio. Un abrazo.
EliminarQué rebueno, paisa,
ResponderEliminarCómo me gusta tener razón...
:-)
Abrazo enorme.
Aunque no sé en qué... no seré yo quien te quite la razón :)
EliminarBesos, paisana.
Gracias por este micro, Pedro. Mola cómo has jugado con las palabras y nuestros sentidos.
ResponderEliminarNos vemos.
Gracias, querido Joseba. Los sentidos son fundamentales en la narrativa, hacer partícipe al lector de la atmósfera que envuelve los hechos. Tú lo haces con maestría. Termina pronto tu próxima novela ;)
EliminarUn abrazo.
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