Me quito la camisa a la vista de todos, con parsimonia.
Qué admiren mis músculos, la piel blanca aún, y sepan que sigo siendo superior.
El viento riza la superficie del agua y las hierbas que flotan me dan asco,
pero no les daré la satisfacción de hacer una mueca. Meto el pie y la
temperatura está a punto de arrancarme la risa floja. No temblaré, soy un
hombre del Norte. Entraré con pie firme en el caldero y al diablo con los
caníbales.