Allá donde fueres




Sabes que deberías olvidarla, poner algo de orden en tu vida. O también podrías tatuarte su nombre virginal en la lengua para así acariciar su sexo cada vez que pronuncias su nombre. Podría ser una monumental coincidencia que se llamara Lolita en lugar de ese nombre tan absurdo: Plo-ti-na. ¿A quién se le ocurre enamorarse de una muchacha llamada Claudia Plotina? Pero eso es lo que tiene utilizar para asuntos tan poco prosaicos ese extraordinario don que tienes para viajar, a voluntad, en el tiempo.

Imagen: Villa romana del Casale, Sicilia (siglo IV)
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En la pista central del circo, Augusto y Tontaina llevaban diez minutos de bofetadas para regocijo del público. Mayores y niños se palmeaban los muslos y dejaban caer ríos de palomitas grasientas. El maquillaje de Tontaina era un borrón de blancos y rojos, con churretes de rímel de puta barata. Fuera de sí, incapaz de soportar tanta humillación, lanzó un gancho de izquierda que tiró a su compañero sobre la lona. No hubo tiempo para más, el payaso derribado extrajo una pistola de esas de un solo tiro de su chaqueta de lentejuelas y a Tontaina se le desparramaron los sesos en vivo y en directo.


Sin demora, por encima del estruendo de la ovación, el director sacó el móvil para pedir una pareja nueva de payasos a la empresa de trabajo temporal.

Imagen: Ji Lee
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