Mientras rebusco en el bolso, lo veo reflejado en el escaparate, con todas sus curvas, el negro brillante del cuero ajustado, impoluto. Puedo sentir en mi vientre el potencial rugido de esas entrañas tan varoniles. Sé que puedo domarlo, hacerlo mío, poseerlo y cabalgarlo con los tacones puestos.
Acaricio el boleto. Si me toca el gordo, tendré ese deportivo del que me acabo de enamorar.
Alto, claro y divertido. Todos los ingredientes para alcanzar el premio gordo, y éste sí que no está sujeto a las leyes de la probabilidad.
ResponderEliminarHa sido una buena forma de empezar el día.
Un abrazo.
Cabalgamos, con tacones o no, en pos de nuestros sueños. Que nunca nos los arrebaten. Un beso.
EliminarComo dice Esther, un premio seguro, por sacar una sonrisa.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Si lo he conseguido, me doy por premiado mil veces. Un besazo, querida Rosa.
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