Maricela silba una bachata y trastea inquieta por el
cuartucho de limpieza. Ve en las bombillas los ojos de Gabriel, galán de
telenovela con el que ha bailado la noche anterior. Sale contoneando las
caderas y el paso amarrado a la cintura del carrito. Desaparecen dos mil metros
cuadrados de baldosa y dejan paso a la cuadrícula en la que brilla una bola de discoteca.
Qué elegancia, qué señorío. Gabriel la convierte en dama de Viena aunque
aquello no sea vals, sino merengue tórrido que, sin avergonzarse, prende fuego a
las entrañas. Sobre la pista, la pareja a solas. El palo de la fregona es su Gabriel,
que difumina rutina sin papeles.
¡Qué bueno, compañero!
ResponderEliminarMe ha encantado. Cuántas cosas se esconden en una existencia mundana.
Ole!
Gracias compañera :)
EliminarLas cosas que se esconden no han de ser forzosamente negativas, nuestros secretos pueden dar salsa a la vida.
Muacks
Qué maravilloso baile, paisano.
ResponderEliminarUn besazo.
He estado practicando con la escoba pero sigo pisándole el pie. No cejo en mi empeño :)
EliminarBesos
Este es un hermoso micro, me encantó. Besos
ResponderEliminarMuchas gracias Lin, me encanta que te pases por estas ramas.
EliminarBesos.
Cuando bailamos tu y yo así? ;)
ResponderEliminarMuasss