Abro con mimo las sábanas y me meto
despacio. Busco su
calor, el hueco de sus curvas conocidas que, inocentes, me dan calma en la
tormenta. Deseo abandonarme al sueño mientras pienso que todo está en su sitio,
que no hay víctimas, que no ha pasado nada malo. Quiero mirar su cara en el
desayuno y comentar las noticias. Me prometo no volver a caer aunque sé que no
lo cumpliré. Soy yo quien no está en paz; soy yo el que se acaba de frotar el
olor a Chanel 5 en una ducha sigilosa.
Un micro delicioso.
ResponderEliminarAbrazos, Pedro.
Muchas gracias Carmen. Tú lo contaste con mayor destreza :)
EliminarBesos.
Pecador irredento e impecablemente descrito. Un abrazo.
ResponderEliminarUna mirada diferente a una historia antigua como la humanidad.
EliminarUn abrazo, Josep.
El relato es muy bueno pero lo mejor, paisano, esa "ducha sigilosa". Lo que hace un adjetivo bien puesto... Enhorabuena, escritor, un beso.
ResponderEliminarGracias, paisana. Mi eterna lucha con los adjetivos logró una victoria parcial.
EliminarBesos.
Totalmente de acuerdo con tu paisana, un adjetivo bien puesto evita lo malsonante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias a ti también, Rosa. Deseaba terminar el micro con una frase contundente, pero que se mantuviera dentro del tono intimista. Fue una decisión complicada. Ahora me siento recompensado.
EliminarBesos.
Coincido con Vichoff en que esa ducha sigilosa es un gran acierto. En esa frase final, tan visual por otra parte, has condensado todas las emociones del protagonista. Felicidades, Pedro.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Me cuelgo medalla de regaliz (rojo, por supuesto) porque me siento feliz por el logro. Y no es poco, todavía recuerdo cierta mano sarmentosa... :P
EliminarBesos y abrazos.
Me recuerda a cierto caballero intrépido...
ResponderEliminarMuasss
Será mejor que no haga preguntas, en tal caso ;)
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