Lo envié certificado, desde una dirección falsa. Ese
ricachón fue tan bastardo como para no pagar el rescate de su hija. Total…, le
quedaban nueve dedos y el meñique no es útil para nada.
El dedo, con el mensaje, viajó en una caja con todos los
sellos. Solo faltaba cobrar.
Bum, bum. Bum, bum.
Por todos los
demonios…, ¿quién llama a la puerta en esta cabaña perdida en el bosque?
¡Bum, bum. Bum, bum!
—Paquete certificado, oficina de
Correos.
¿Será un cartero o un agente del FBI?
—Firme aquí.
Quito el precinto —bum, bum— y abro la caja despacio. El meñique
me señala, me acusa. Bum, bum…
Ha regresado a por mí.
Tremendo, paisa. Abrazo y beso de regalo.
ResponderEliminarGracias, maestra. Un humilde intento de microcuento con reminiscencias de Poe.
Eliminar¡Besos!
Un fabuloso micro Pete. Besos y un abrazo
ResponderEliminarGracias Linn. Me hace feliz saber que te siguen gustando mis historias :)
EliminarBesos.
Poe estaría contento al ver que ha dejado buenos aprendices tras su marcha. No descartes que algún día llame a tu puerta ;-)
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Solo espero que lo que me encuentre no sea un paquete postal como este... :)
EliminarGracias por la visita.
Besos y abrazos.