Su cara se asoma por la puerta entreabierta.
—Señor Presidente, sé que es un momento difícil…
Es su lugarteniente, su hombre de confianza, aunque en este momento le dan ganas de matarlo. Con la que está cayendo y le viene con balances…
Lo despide con la mano enguantada.
Mientras su acólito sale de la estancia, sus ojos se posan sobre los titulares del Times sobre su mesa. “La sobreabundancia de oro quiebra el sistema financiero. Cientos de suicidios”. Tras considerarlo unos momentos, Midas se quita el guante y se rasca la cabeza.
Estupendo micro, Pedro
ResponderEliminarMuchas gracias, Marusela. Bienvenida seas a estas ramas que ahora son tuyas también.
EliminarUn caluroso saludo.