Este
relato ha sido publicado en la antología de relatos que el Taller Terbi de la Tertulia
de Ciencia Ficción de Bilbao con motivo de su Vigésimo aniversario. Zorionak!
Cinturón de chatarra
Tengo las bodegas llenas. Esta órbita es una auténtica
mina, el soplo era bueno. El espectrograma muestra una cantidad no inferior a
los veinte mil escombros de tamaños diferentes, unos tres mil de dimensiones
aptas para comercio.
Sí, el trabajo es tedioso. Contemplar
a esta distancia un planeta azul en una galaxia de segunda tiene menos interés
que las carreras de Velktrán, tan manipuladas por los reglamentos que solo las
ven los promotores. Activar brazo, depositar escoria, recoger brazo.
Comprobación rutinaria, estado aceptable. Catalogar y almacenar. Una y otra
vez…
Dos viajes más y me retiro. Palabra.
Mientras me desplazo al último punto de extracción, me dedico a interceptar imágenes
de las primitivas comunicaciones de este mundo belicoso, feroz, receloso de sus
absurdas territorialidades y culturas disgregadas.
El sopor me invade conforme sigo las
evoluciones de esos personajes de vidas tan cómicas. Resultan divertidas al
adoptar esas poses tan dramáticas. Tiene que ser por su diferente biología y
estructura corporal. No me imagino tener un rostro como ese. De vuelta a la
estación no mantendría relaciones ni con un waacka.
Salgo del sopor con los audioculares sobresaltados. La alarma
rebota por las paredes de la nave. Rumbo de colisión. ¿Cómo es posible? Un
rápido vistazo al panel me indica que, durante mi sueño, he descendido a su
atmósfera y un objeto se aproxima a velocidad endiablada. ¿¡Tripulada!? Se
suponía que toda esta chatarra no era más que… El choque es inminente, no pueden
verme a pesar de que mi camuflaje es bastante tosco. No hay tiempo para
reprogramar, activo los escudos y cruzo dos esfínteres…, espero que me de
suerte.
El impacto es brutal y caigo en la
inconsciencia.
La nave está dañada y he perdido
parte de la carga, pero estoy satisfecho. Los armadores han aceptado el
material recuperado como parte del pago de las reparaciones y no me he
endeudado demasiado. Con los últimos créditos dedico un trago a los siete
nativos fallecidos en esa tosca lanzadera que llamaban misión 51-L Challenger.
¡Estupendo! Eso de los dos esfínteres, supongo que les habrá puesto "perdidos" ¡Pobrecitos! No me extraña que no quieras tener relaciones ni con un waakaka. Las que tienen que estar como "lokas" son las moscas venusianas. Con razón estás fichado en la N.A.S.A.L.
ResponderEliminarUn abrazo aristoliano.
Y a mucha honra, como humilde aprendiz.
EliminarAbrazos y besos galácticos :)
¡Que bueno una vez más, Pedro!
ResponderEliminarQué alegría verte de nuevo, Ángel. ¿Nos encontraremos en Zafra este año? :) Un abrazo.
Eliminarmuy buen relato!
ResponderEliminarMuchas gracias, Marisol, sé bienvenida a estas ramas. Escoge una de tu gusto y siéntete como en tu casa.
EliminarPaisa, jomío... qué grande eres.
ResponderEliminarReverencia, reverencia, reverencia.
Y un besazo.
Este humilde alumno no merece reverencias, pero el beso me lo quedo :)
EliminarMuacks
Es un excelente relato, Pedro, gasto mis últimos créditos en brindar por ti.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Ten cuidado que en la estación espacial hay gente muy rara... ;)
EliminarBesitos.