A sus pies los últimos amigos, su madre y los soldados romanos. Sonó un trueno y la tierra entera tembló.
—Padre, perdónalos…
Era el momento esperado, todos pendientes de su persona.
—Perdónalos…
Libre de las ligaduras, soltó los brazos y descendió por su propio pie. Abandonó el escenario de la crucifixión. No estaba dispuesto a perdonar. No otra vez…
***
Fotografía: somosvicencianos.org
¡Pobrecito! Tanto utilizar su nombre en vano, ya está un poquito harto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tal vez por ver que las cosas (casi) nunca cambian, querida Rosa.
EliminarUn abrazo.
Peazo irreverencia, paisano.
ResponderEliminarMe encanta.
Abrazos.
Irreverencia musical :)
EliminarUn abrazo.
Plas, plas... ¿Dónde se puede encontrar la banda sonora? Me encan... ¿Puedo decirlo? Me encanta :-)
ResponderEliminarBesos y abrazos
Pues tiene ya unos añitos, pero sigue teniendo mucha vigencia, ¿no te parece? :)
EliminarUn beso.