Ludopatía

A Celso Páramo no le gustaba perder ni a la grija. Cuando su esposa apareció el sábado por la noche en el dormitorio con un camisón vaporoso y su sonrisa más traviesa, tuvo un mal fario como de carreras de galgos. Ella puso una rodilla en la cama en la que él, todavía con las gafas y el pijama, releía los resultados del baloncesto. La mujer se llevó las manos cerradas a la boca y sopló sobre ellas, antes de lanzar unos dados que rodaron sobre la mesilla con un tintineo traidor. «Son unos dados eróticos», dijo y Celso Páramo, dejando el periódico a un lado con un suspiro, supo que ese encuentro acabaría en derrota.


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4 comentarios:

  1. ¿Dónde se pueden comparar esos dados? ¿En la sección de juegos de unos grandes almacenes o en un sex-shop?
    Un micro divertido y muy bien logrado.
    Un abrazo.

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    1. Los tienes hasta como app para el móvil, y así siempre los llevas encima ^^ Como ves, siempre hay oportunidad para lo lúdico y lo placentero.
      Gracias por tu visita, querido Josep. Un abrazo.

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  2. Yo, en su lugar, se lo habría dicho a la mujer. Cine, copas, un paseo largo y buena conversación. Y luego, si se tercia, a copular como bellacos.

    Un abrazo.

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