Era la primera vez que cogía ese tren. Los postes
aparecían borrosos en su visión periférica, concentrado como estaba en el
rostro de la desconocida que se sentaba en el asiento de enfrente. Se parecía
tanto a ella… No era persona de entrar en conversaciones improvisadas a fin de
amenizar el tedio del viaje y mucho menos de forzar un acercamiento. Contrario
a su costumbre, sin embargo, reaccionó como una centella cuando, al frenar el
convoy con brusquedad, salió disparado del asiento y estiró los brazos a tiempo
de sujetar el equipaje que se cernía sobre el tocado de la mujer. De pie, en
equilibrio peligroso sobre las punteras de los zapatos, acertó a empujar la
maleta de vuelta a su lugar.
—Disculpe, no he podido evitarlo… —se
excusó, azorado. La postura salvadora del sombrero, y tal vez de la cabellera
que cubría, había acercado sus caderas al rostro de ella, dejándolos en una
situación embarazosa.
—No se preocupe, ha sido usted muy
galante.
Se giró para evitar el apuro y
acertó a bajar la ventanilla tras varios intentos. Asomó la cabeza y anunció
que la vía parecía obstaculizada por un vehículo. Regresó a su asiento, dejando
que la brisa del atardecer rebajara el ardor de sus mejillas. Pese al momento
de embarazo, los ojos que lo observaban a través del velo de rejilla brillaban
con diversión.
Desde el pasillo les llegó la voz
del revisor con la noticia de que estarían detenidos no menos de dos horas.
Encendieron sendos pitillos y se interrumpieron varias veces antes de que
consiguieran iniciar una conversación fluida. Tras las frases de cortesía,
llegó la temida pregunta:
—¿Viaja usted a Paris?
Antes de responder, exhaló el humo
para darse tiempo a afrontar la respuesta. Decidió, finalmente, que ya era hora
de volver a ser el Rick de siempre.
—En efecto, viajo desde Casablanca, y
creo que es el momento de retomar una gran amistad.
Un Micro con atmósfera de cine negro al ritmo de un tren de los de antes. Y sólo tres nombres: "Paris", "Casablanca" y "Rick"; por supuesto "Rick Blaine".
ResponderEliminarFelicidades, Pedro.
Un abrazo.
Muchas gracias, José Luis, era mi intención y me alegro de que te hayas sentido inmerso en ese tren. Un abrazo.
EliminarUn principio cotidiano que desemboca en una historia interesante y desenlaza en una sorpresa agradable. Siempre pensé que a esa película le faltaba un buen final. ¡Buen trabajo!
ResponderEliminarUff, no me atrevo a decir que haya escrito el final, solo un nuevo arranque. Tal vez el bueno de Rick lo necesitaba. Gracias por la visita :)
EliminarMe encanta. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Arturo. Bienvenido a la rama. Un abrazo.
EliminarDecir mucho en pocas líneas. Toda una historia por detrás. Toda la historia por delante. Quizá por defecto profesional, oí el chirriar de los frenos.
ResponderEliminarGracias por saltar desde tu ventana a mi rama y viajar con nosotr@s como decía la Orquesta Mondragón. Un abrazo.
Eliminar