IMPROVISANDO

—No puedo creer que le hayas roto un diente al jodido Atila en su propia tienda, y delante de toda su guardia —Teilar es capaz de reír hasta en el peor de los desastres—. Eres de lo que no hay Andru.
Maldita sea, cállate y da gracias a que pudiéramos salir con vida —Andru es tajante, pero la frialdad de sus palabras se derrite al instante dejando paso a una sonrisa—. El muy bastardo los tenía bien podridos.
A pesar de la fatiga, caminan envueltos en un halo de camaradería. Tal vez éste sea el golpe definitivo. El que los retire. No en vano viajar en el tiempo es una «profesión» arriesgada. Sin embargo, la alegría se corta en seco. Las losetas del suelo en el lugar de regreso elegido inician un cambio progresivo e imparable. En siete viajes no han tenido un Incidente, ni un roce sutil que pueda provocar alteraciones, aunque vuelvan con las manos vacías o un puñado de monedas sin valor. Los enfermizos hierbajos que sustituyen gradualmente al moderno enlosado son una mala señal. Muy mala. Un ominoso paisaje emerge ante sus ojos, trayendo humo sucio, una llovizna asquerosa y un cielo de color ceniza. El escenario cambia y no a mejor. Andru tarda tan solo unos segundos en reaccionar. El guerrero latente aflora gracias al duro acondicionamiento, anterior a su deserción. Se descuelga la mochila y extrae el dispositivo de viaje con escrupuloso cuidado. Evita tocar el botín. Aún envuelta en trapos, la hermosa daga engastada en piedras preciosas es extremadamente peligrosa. Lo deposita en el suelo y estudia lo que le queda de batería. Tras unos interminables segundos, en los que Teilar se muerde lo que le quedaba de uñas, Andru levanta la mirada hacia él desde la diminuta consola de control.
—No es grave. Nos queda como para ir y volver —Las arrugas que se han formado en su frente desmienten su aparentemente recuperado sosiego.
Por toda respuesta, Teilar no dice nada. «La vida perra te da los compañeros que te da. Y no hay más» piensa Andru a la par que lo palmea en uno de los hombros rocosos, buscando una reacción en su gigantesco compañero. Mientras, la temperatura desciende con brutalidad y en la lejanía un tableteo de armas cortas rasga el aire plomizo. Por fin, parece que Teilar reacciona y vuelve de donde quiera que su mente se hubiera atrincherado.
— ¿Qué hacemos ahora? —Atina a preguntar a la par que sus miembros tiemblan. Y no de frio… aún.

—Al carajo. Buscaremos un dentista.
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4 comentarios:

  1. Amazing! How I loved this time travel story, one of my favorites. Keep up the great work, love. Hugs & Kisses

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  2. Thanks so much for your words and support.

    Kisses back :)

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  3. Si por algo me gusta la ciencia ficción, —la culpa es de Julio Verne que marcó mi infancia—, es porque quiero creer que hay más ciencia que de ficción. Cómo me gustaría viajar en el tiempo… Aunque pensándolo bien, tal y como somos los humanos, tan destructivos, quizás sea mejor dejar esa puerta cerrada.

    Cómo he disfrutado con el texto… Adelante, a por el siguiente. Lo espero.

    Besos y abrazos.

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    Respuestas
    1. En mi caso hay más ficción que de ciencia pero te doy la razón. Si somos capaces de arrasar nuestro planeta viviendo solo en un tiempo...

      Gracias por pasarte y comentar.

      Besos y abrazos

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