Todavía me duele su ausencia cuando
camino por la calle y mi mano busca al costado la suya, tan pequeñita. Él
habla, dice lo primero que se le pasa por la cabeza y yo contesto al vuelo. Hago como que sigo la conversación mientras pienso en mis cosas tan
importantes. Ahora mi mano busca y no le encuentra. Escuece el vacío entre
los dedos.
La melodía del teléfono me saca del
trance. He de cambiarla porque es la música que a él tanto le gustaba. Lo saco
del bolsillo de la americana y pulso con desgana el botón de descolgar.
El frío me paraliza y me quedo sin
habla. Es imposible. No tenía teléfono. Qué estúpido soy. Nunca se lo compré
porque nunca le veía lo bastante mayor como para tener uno. No puede ser porque
él ya no está. Se me ha ido y me ha dejado tirado en el arcén de la impotencia.
—¿Eres tú, hijo mío? Mi pequeño…
El teléfono me devuelve ese silencio
que yo le daba a cambio de tanta devoción. Busco en la lista de llamadas
recibidas. Está tan vacía como mi mano que intenta asir esa ausencia
aterradora.
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ResponderEliminarWhat a sensational story, I sympathize with the character for his loss. A big hug & kiss to you.
ResponderEliminarI am happy if you enjoyed, in spite of the theme... :)
EliminarKisses and hugs.
Tremendo relato, paisano. Tremendo sin tremendismos, como debe ser.
ResponderEliminar(¿Es un Liliput? Es que creo haberlo leído antes)
Besos, escritor.
Me lo he traído de Ítaca. Es muy probable que lo hayas leído antes :)
EliminarBesos!!
Es triste pero a la vez alivia, como ese mal sueño del que despertamos sabiendo que solo ha sido eso, un mal sueño. Sí está, cada vez más.
ResponderEliminarUn beso, cielo.
Nos quedamos con la parte buena entonces. Siempre vendrán sueños mejores para endulzarnos la vida.
EliminarUn besazo
No te imaginas lo real que puede ser este relato y lo que me emocionó cuando lo leí en Itaca. Todavía continúa haciéndolo… Cómo nos aferramos a las pequeñas cosas cuando hay ausencias. Sobre todo cuando no hay una despedida... Esos silencios, aún esperados, son terribles. Lo sé. Pero no quiero ponerte triste, solo darte la enhorabuena y las gracias por este texto.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Sacamos fuerza de flaqueza, y del apoyo de los que nos quieren, para continuar en el día a día. Afrontamos el futuro con esperanza aunque no olvidemos el pasado. Solo me pongo triste si tú lo estás.
EliminarBesos
Un relato tremendamente triste como todas las pérdidas irreversibles cuyo vacío sólo puede ser llenado con los recuerdos. Un relato conmovedor que, con esa habilidad propia del buen "escribidor", me ha llegado muy hondo. Seguiré visitando tu blog, del que ya soy asiduo, para seguir aprendiendo de las emociones ajenas. Un saludo.
ResponderEliminarBienvenido Josep a estas ramas que son, desde ahora, desde siempre también tuyas.
ResponderEliminarUn abrazo.