La primera versión de este micro tenía un final diferente. El anciano volvía, encantado, a la llamada de la empresa. Creo que esta va más acorde a los tiempos actuales:
REEMPLAZO
Escupe el mondadientes tras el banco
de herramientas del garaje. Le queda la Harley y el consuelo de que su pequeño
Nicholas se ha convertido en un ingeniero de telecomunicaciones de la leche. «Cabrones,
solo tengo sesenta y seis… tenía aún mucho que ofrecer a la empresa».
Nick, el soldador, fue el primero. Le
siguieron Jonás, Mike, el pedorro de Smitty… Todos retirados por máquinas de
última generación y nombres extravagantes. Él había aguantado firme en su
puesto, pero llegó la “Leviatán 200” y lo despidieron como a los demás.
Suena el teléfono y lo coge con
desgana.
—¿Volver al taller? […] ¿Un pirata
informático? […] —Un solo vistazo a la Harley es suficiente—: Que le jodan…
jefe.
¡¡¡Bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeen!!!
ResponderEliminarMe encanta el nuevo final y la elegancia con que lo has resuelto.
Paisano, cada día eres más grande.
Un abrazo.
Estupendo, me gusta mucho el final nuevo, Pedro.
ResponderEliminarUn beso¡¡
Buen relato, espero que esto les sirva de lección a todos aquellos empresarios que crean que las maquinas nos reemplazarán. Coincido con las compañeras, este final es mucho mejor. ¿O tal vez es porque es lo desearíamos decirles muchas veces a los nuestros?
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Absolutamente me encanta este micro Pedro y el final, se lo merecen! Besos y abrazos
ResponderEliminarMuchas gracias por los comentarios. He de decir que el mérito del final es más de los comentarios del minibar de Gigantes de Liliput en Netwriters que mío. Si no hubiera sido por ellos, no lo habría visto.
ResponderEliminarBesos y abrazos
Me ha gustado mucho y como te comentan, el final se corresponde con lo que nos gustaría decir o haber dicho a más de un jefe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Quién sabe... nunca es demasiado tarde. Gracias por tu visita, Rosa.
ResponderEliminarUn beso.