Queridos lectores.
Aprovechando la llegada del verano, quiero comunicaros
que la periodicidad del blog pasa, a partir de ahora, a ser quincenal. No es
que la musa se vaya de vacaciones o que me haya hecho más vago, sino que quiero
dedicar unos meses a profundizar en la revisión de la novela que he terminado
de escribir y que, ojalá, algún día esté en vuestras manos. Gracias por vuestra
comprensión.
Un abrazo.
Dimas de la Cruz ya no salta del camastro al sonido de la
sirena. Espera en vela aguardando la inevitable repetición de horas sin
sentido. Ya ha pagado con creces su culpa, aunque no se golpee el pecho en
señal de enmienda. Es lo que hay.
Pasea la mirada por los
desconchados del techo, imagina que es un bicho volador que salta de isla en
isla al compás de los ronquidos del Penas
en la litera de abajo. Ya no sufre por su causa, ha aprendido a convivir con
ellos y, además, casi no necesita dormir. Ojalá lo hiciera. No tendría que desgranar
su vida en minutos, horas, días, meses… Sueño sin fin de señales acústicas,
órdenes a gritos y puertas que clausuran. Sueño de frío que huele a lejía. Resuenan
pasos en el corredor: dos, tres, cuatro… Diez minutos para otro día de acciones
inútiles. Saldrá al pasillo para el recuento y después, en fila, al comedor.
Removerá con desgana el pan en un tazón de café con leche, tibio como sus
sábanas, mientras el Penas le da a
una cháchara que Dimas no escucha. Basta un gruñido por su parte para aparentar
camaradería y bienestar social. Buscará un rostro amigo entre el desfile de
ropa deportiva y camisetas descoloridas. Tendrá que ir al cuarto de limpieza y
bailar la fregona por pasillos sin horizonte, verde inocuo, verde siempre
limpio y desinfectado. Vuelta al comedor a jugar con la cuchara en algún comistrajo y durante la tarde arrastrar una mopa rebelde por corredores interminables.
Escucha, aún tumbado, los primeros
gorjeos en las tuberías que atraviesan los muros. Ocho años… y sigue sin
acostumbrarse a usar el inodoro en público, aunque haya visto el culo al Penas hasta la nausea. Se imagina en el
patio, las manos en los bolsillos y el pitillo colgado, sin encender. Invisible
en una esquina para no caer en una banda. «Mejor solo que mal acompañado». Dimas
es un solitario en una isla repleta que apesta a producto de limpieza barato.
El Penas se revuelca en su camastro sin imaginar que termina, por hoy,
su descanso. La sirena acecha ya en los susurros adormilados de los guardias
que ocupan sus posiciones como si tuvieran la equis pintada en el suelo. Señal
que no necesitan porque es siempre lo mismo.
Dimas se sienta en su cama, las
piernas le cuelgan como barrotes sobre su compañero de celda, sus ojos miran
sin ver los pechos de la muchacha del calendario en la pared. ¿Recuperará
alguna vez el deseo, ese fuego que no se apagaba nunca, las ganas de bailar o
de un cortejo? La alternativa es pavorosa… No tiene hambre, ni sueño ni calor.
Solo siente el peso del tiempo que se despliega y le resbala por la piel como
cieno espeso.
Se deja caer de la litera, como
fruto pasado. Ya se escucha la sirena que remueve los panales de los hombres y
abre sus ojos al chirriar de puertas. Mirada vacía, manos a los costados,
hilera invariable que resuena en la letanía de nombres del recuento. No puede distinguir
si ha estado repasando en su cabeza las labores que le esperan o es la rutina
quien lo ha repasado a él.
Aquí seguiremos, a la espera de tus relatos cuando puedas traerlos. ¡Suerte con la novela!
ResponderEliminarAsí da gusto trabajar, con tantos ánimos. Todo un aliciente ;)
EliminarBesos.
Es completamente comprensible, buena suerte con la novela Pete. Un beso y abrazo
ResponderEliminarGracias, Lin. Trabajo duro en ella. Ojalá la puedas leer al otro lado del océano :)
EliminarBesos.
¡Ojalá te salga todo bien! Estaremos pendientes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Lana. No sé si lo conseguiré, pero al menos pondré toda la carne en el asador. Avanza a buen ritmo y eso ya es una buena noticia. Un abrazo.
EliminarAnimo con esa novela. Es tan duro y agotador el proceso, tienes que sacar tanto de dentro (y organizarlo) que solo por el esfuerzo y tiempo empleados, el resultado valdrá la pena. Seguro.
ResponderEliminarNo había comentado antes aquí pues entré hace poco. Me gusta tu página. Mucha suerte
ÁNGEL PONTONES
Qué alegría da siempre una cara nueva en estas ramas. Muchísimas gracias por la visita, Angel, y por los ánimos que son más que necesarios. Tienes mucha razón, se ve que sabes de lo que hablas: el proceso es duro, pero también gratificante.
EliminarUn fuerte abrazo.